¡Ellos están invitados!

Alegría.

¡Espera!

No digas nada, que podría olvidar lo que te quiero decir.

He encontrado la manera perfecta de declararme. En realidad, ya lo he hecho; tú eres el único testigo ocular de ello, y el más importante. Mi éxito no depende de lo que diga, ni siquiera de lo que pueda callar o hacerte. Mi éxito no es posible, y por eso no me preocupa.

Vencer es una palabra tan vacía... ¡Y tan satisfactoria!

Pero, esta noche, lo que tengo que escribirte es mayor que todo lo que te haya dicho.

¿Sabes? No te quiero por lo que me das, ni por lo que me haces sentir cuando te tengo cerca. No son tus ojos, ni tu boca, ni tu piel. No son tus manos, no. Ni siquiera es tu olor.

No te quiero, tampoco, por lo que hayas podido decirme o hacerme. Ni por los meses que dejo atrás, que ya he dejado atrás. No son las discusiones, las reconciliaciones, los buenos momentos y los días inolvidables.

Te quiero porque eres la lámpara que se ilumina en mi escritorio, cuando oscurece. Porque lo que yo siento aquí dentro, ¡aquí!, justo en el centro de mi pecho, se multiplica por mil cuando hace días que no te veo. Te quiero como se quiere a la droga más sana y cruel, esa droga que jamás me mataría y, por eso mismo, puede alargar mi agonía todo lo que le plazca.

Soy adicto a ti. Tú lo sabes.

Me encanta.

Lean on me

No, you're not leanin' on me anymore...

Qué. No pensar, no decir, no hacer.

No. Qué callar, qué mentir, qué ver.

Qué pasa. No entiendo nada. Soy incapaz, lo confieso, de volverme no-yo. Antes había voces. Dos. Las voces hablaban. Se contaban todo, incluso lo que no debían. Y el aire callaba. Nadie, fuera de las voces, decía nada. O no importaba.

Ahora las voces ya no se encuentran. Una de las dos no busca; la otra no acaba de asimilar que está sola.

Es triste, muy triste, saberse solo. Miras alrededor y otras voces ríen, cantan, se aman. La voz solitaria sólo sabe escribir sus penas en un blog, y que los demás no comprendan qué pasa. Así es mejor, mejor para todos. O mejor sólo para la voz solitaria.

Sea como sea, las dos voces no hablan. Y la voz solitaria no se permite querer, porque le sale muy caro; huye del pasado, porque la persigue allá donde va; se enfada porque a nadie le importa que...

- Joder, joder, joder.

-¿Qué? ¿Qué pasa?

-¿Qué...? No. Nada.

El mar, el inmenso mar.


Shhht..

(sonrisa. Silencio.)

Hoy sobran las palabras: las hemos gastado todas.

Shhht..

(silencio. Sonrisa.)

Recuerda cuando cada ola nos hacía temblar, una noche en que se nos escaparon 365 días y uno solo se nos hizo corto.

21 de diciembre.

Me encuentro en los inicios de entrada. Vuelvo a encontrarme en los finales.

Cuando empiezo a teclear, el blog es mío, de nadie más. Sin embargo, al cabo de un par de líneas todo se me acaba yendo de las manos, y una sombra -la misma sombra cada noche- nos coge a mi silla y a mí, nos saca al balcón y nos enciende un cigarro. Y nos deja allí, fumando, pensando de qué diantres iba a hablar esa entrada que estábamos a punto de escribir.

Esa sombra es la culpable de cada una de las declaraciones de amor en miniatura que todos vosotros leéis a menudo. Es mi otro yo, el yo más fuerte. Casi divino, ¿no? Bueno, no sabría deciros tanto sobre él. Sé que no me pertenece, eso está claro.

Sé que no es tan feo como yo, ni se expresa tan mal, ni es tan tímido, estúpido y cerrado de mente como yo. Sé que es mejor en todo lo que yo intento o podría intentar hacer. Lo es porque ha nacido en un momento mejor que el que yo elegí para nacer, y con eso le basta para arrasarme.

¿Qué mejor momento para nacer que el día del fin del mundo?

Luna vieja; luna renovada.

Una gran, gran noche la de ayer. Echabas de menos sus caras, sus historias, sus voces únicas. Tus chicas del Badalonés; al menos, una parte de ellas. Una parte importantísima. Núria, Anna, Elissa. Hubo momentos míticos anoche. Uno tras otro.

No parar de reír. Con vuestras Olimpiadas improvisadas, corriendo los 100 metros lisos en la modalidad "impresora Canon"; o en un bar, sentados frente a la puerta de un lavabo que, más que "mixto", era "orgiástico", por los ruidos sospechosos que se oían cuando un tío con camisa de Parchís y una chica leopardo entraban en él. Siempre los mismos, una, dos, tres veces seguidas. Eran incansables.

Reírse mucho, mucho. Hasta casi conseguir olvidar lo horriblemente triste que te has sentido durante la película. Por los recuerdos de una sesión de cine, meses atrás, en la que ese romance te había hecho sentirte identificado.

Entonces tú te sentiste Edward, y él era Bella. Juntos en un portal perdido en Sant Andreu, o en el metro, o hablando de cosas sin sentido en la Maquinista. Daba igual. Ahora, meses después, te descubres Jacob. A lo largo de la película, Bella desgrana sus sentimientos en una pantalla de varios metros cuadrados, a poca distancia de ti.

Inunda tus ojos y te ahoga los pulmones. Las pupilas se anegan de lágrimas y, sin embargo, no lloras. Bella quiere a Jacob, pero como a un amigo. No le dejará marcharse de su lado, porque es alguien muy importante para ella; pero siempre estará enamorada de Edward.

Y Edward, muy a pesar de Jacob, es el vampiro más poderoso de todos los tiempos... Porque Edward Cullen ama y, sobre todo, porque es amado.

Quién fuera Edward, ¿no?

Porque sé que me lees. Tú me lo has dicho.

Estar y no estar. Ésa es la cuestión. Ser o no ser lo que hemos sido, o apuñalarnos al final de un camino que no pedí recorrer. O puede que lo hiciera, y que no lo recuerde.

Llueve, llueve sobre la plaza de la Bastilla. En mis manos, tu pelo. Y saber que, en este momento, todo está en equilibrio. Me importas, te importo, me importas, te importo. Todo está en equilibrio, todo. Antes de verte no sabía qué hacer o decir. Después, tampoco.

Estoy solo con mis pensamientos. Como siempre. En tu pelo, mis manos. En mis manos, tu pelo. Desaparezco en tu pelo y sólo siento que sonrío, aunque tú no me veas. No importa, me ves sonreír ahora, leyendo esto. Te hablo sin hablar: es perfecto.

O no. Siempre complico las cosas, ¿eh? No sé qué responder a eso. Se escurren mis ideas entre los dedos, y te abrazan como yo nunca lo haré. Se cumplen, ahora mismo, once meses exactos desde que te vi por primera vez. Hemos cambiado tanto. No hemos cambiado nada.

El baile continúa y yo estoy cansado, muy cansado. Sólo quiero sentarme y ver cómo se mueven los demás. Ver morir la noche. Pero no importa:

El día en que decidas dejar de pedirme un bis...

2x1 en personas perdidas, oferta del mes

Que algo sea verdadero no significa, necesariamente, que sea positivo. Dicho así, tan a la ligera, parece que esté diciendo una de estas filosofadas del todo a cien, de estas que se ven y no se leen mucho, porque ya suenan bien. Para qué interpretarlas.

Pues no, no. Me gustaría un poco más allá de la simple frasecita de turno, excavar un poco en las profundidades de mi enorme cabeza.

Qué estupidez.

Qué estupidez terrible, previsible, humana.

Lo he visto venir, y no he hecho nada. Nada. ¿Y ahora qué? ¿Tengo que mirar hacia otro lado, y negar con la cabeza cuando oiga unos nudillos chocar contra mi ventana? Ya no habrá más llamadas nocturnas y diarias. Ya no habrá quedadas como las nuestras. Ya no.

Y, encima, hoy ha habido un Crepúsculo de 15 pulgadas en mi habitación. He llorado, sí. Con cada canción, con cada tecla de piano. Con ese pájaro que no puede volar. Con esa nana para el sueño de los enamorados.

Una vez fuimos...

Shht. Nada.

Ventana abierta, aire fresco.

Palabras, palabras. El mundo rebosa de ellas, por todos lados. En la calle sólo se oyen palabras, humanas y artificiales. Pasan coches y coches berreando, y berrean las mujeres, los niños, los hombres. Todo es ruido en la ciudad.

En mi casa se respira silencio. Se bebe silencio. Estas paredes que me rodean son un silencio tras otro. Ojalá pudiese leer todo el conocimiento que han ido absorbiendo, con el paso de los años: quizás las cosas me irían mejor.

Y, sin embargo, tampoco me puedo quejar mucho. Esta noche ha sido genial, cansada, abrasadora. Dos cuerpos en mi cama, anudándose y peleando por superar los límites del placer humano. Y, al final, un gemido ahogado, una rendición y un "El cielo existe". Dos cuerpos, y uno de ellos era mío. O lo fue, al principio de la velada.

Dos copas de vino que brindan. Una, dos, tres veces. Por él. Por mí.

Por nosotros.

No digas más.

¿Qué te voy a decir a ti?

Si ya lo sabes todo, joder.

Me has visto llorar por algo que no era tan grave, o que sí lo era. Me has dado ánimos, a tu manera. Sin dejar de sonreír, de mirarme como si yo fuera una persona. No ha hecho falta más. Ni siquiera hablar, que las palabras se las lleva el viento.

Nosotros nos iremos, y el mundo cambiará. Seguirá su rumbo, una vuelta tras otra. Elipses y elipses hasta el fin de los tiempos. Para nosotros, el fin del mundo llegará pronto. De aquí a unas décadas, se dibujarán sus dedos en nuestra tumba.

Callaremos para siempre.

Puede que el The End nos llegue antes, y que dejemos de volar antes de haber abierto las alas.

Por si eso pasa, quiero que siempre recuerdes dos palabras, dos sencillas palabras:

Te quiero.

Reflexión breve: suspiro prolongado.

Hojeas la Vogue de este mes, mientras tomas un café carísimo en una terraza de plaza Catalunya.

Criticas a los que pasan. Te ríes de una vagabunda. Frivolizas.

Oh, sí, te encanta.

Mientras te rías de ellos, no podrás pensar en ti seriamente.

Total, ¿para qué mierda ibas a hacer eso? ¿A quién le importa lo más mínimo qué te pase a ti? ... Nah, esa excusa no vale. Sabes que los hay que se preocupan por tu vida, que están a tu lado. Así que no me vengas con hostias, esa no es la cuestión.

¿Te han quitado la piruleta, pequeño, y lloras ahora?

¿Y no será, mejor dicho, que...

La dejaste caer?

Días felices.

No tengo derecho.

No debo mirar, ni decir, ni pensar. Prohibido el acceso a la zona emocional. Yo mismo me lo he denegado.

Y llegará el día en que pase frente a la puerta en la que un cartel reza:

WARNING
BIOHAZARD

y no me moriré por abrirla a patadas, a puñetazos, con todas mis lágrimas. No. Seguiré caminando en dirección a un nuevo peligro biológico, mortal, humano, natural.

Volveré a ser sólo mío.

Por ahora sigo enfermo... O quizá no.

¿Hablas mi idioma?

Ser irrompible. Ser impenetrable. Ser una roca, la niebla, un muro. Ser un jardín trasero perdido en la penumbra, un pequeño cementerio, un hervidero de silencio.

Que nadie, nadie me entienda.

Ver Bambi y Requiem por un sueño y no encontrar diferencia. No encontrar diferencia. ¿Qué somos? ¿Qué seremos?

Por qué callamos.

Beber y beber hasta que estalle mi cabeza. Y después seguir bebiendo, más. Más. No hagas que me detenga.

Porque, si me tocas una vez más...

La pesadilla no acaba, y nunca comienza.

Menú para dos.

Ya ves, Sergio, me inspiras incluso cuando sólo somos amigos (sonrisa).

Hoy ha sido un buen día, la verdad. He visto a mi rubita, he comido con Marco y, después de cantar durante horas en el coro y disfrutar de cada segundo, he vuelto a casa y he hablado con mi mejor amigo.


No se puede pedir más, ¿no?

No hay nada mejor que sentirse a gusto con uno mismo. La sensación de encontrarse ante una mirada que sabe lo suficiente de ti como para no juzgarte, que te comprende sin necesidad de mayores explicaciones. Alba, Sergio, Marc.

Menú para dos. 

La comida no importa, en realidad; lo que cuenta es disfrutar de un tiempo que se nos escapa pero aquí y ahora es nuestro. O qué más da no saber exactamente por qué estamos en la misma habitación, si ambos sabemos que no nos hace falta mucho para estar a gusto la una con el otro. O dime qué importancia tiene olvidarse del tema del que se quería hablar, si sólo con la voz nos entendemos, y cada inflexión marca el latido de nuestras ideas.

Dos viejos amigos en una habitación, por la mañana; dos almas gemelas que se descubren, al mediodía; una sola alma, por la noche. Eso ha sido el día de hoy.

¿Qué será mañana?

Hoy, 2x1 de honor.

El título, como siempre, dice mucho. No, lo siento, no voy a hablaros de las ofertas de Carrefour de este mes; yo soy más de Mercadona.

En fin, me centro un poco. En la última semana, aparte de ser entrevistado por un joven escritor peruano excepcional con el que he entablado relación, he tenido el honor de recibir dos premios. El primero es un premio a la honestidad (adjunto imagen del premio, a la derecha), y debo decir que me sorprende haberlo recibido.

Quiero decir, hay una lista bastante larga de adjetivos que me definirían mucho mejor que la palabra "honesto", ya me entendéis. Pero bueno, siempre se agradece, claro.

El segundo de ellos es, para mí, más especial, por la persona que me lo ha concedido: ese joven escritor del que os he hablado unas líneas más arriba (se llama Álex). El galardón en cuestión se llama "Alma con arte", y lo cierto es que sólo con el nombre ya se siente uno... Cómo decirlo; te hace sentir como muy artístico, ¿no?

Bien, este segundo premio exige responder a unas pocas preguntas, que muchos de vosotros no creo que leáis porque a mí, personalmente, siempre se me hace una montaña leer este tipo de cosas.

Pero, en el fondo, porque sé que me queréis (y porque sois una panda de morbosos), muchos supongo que lo acabaréis leyendo.

1) ¿En qué animal me reencarnaría?

En una ardilla del St James Park (Londres).

2) No podría sobrevivir sin...

Cantar, Escribir y ver a esas personas a las que quiero especialmente.

3) Lo que más aprecio de una persona...

Es que me haga sentir bien.

4) Suelo vestir de color...

Lila y verde.

5) Tres palabras que me definan:

Inestable, blando, melancólico.

6) Un lugar al que viajaría...

Irlanda.

7) Mi cita favorita:

"Amar es desear que esa persona sea infinitamente más feliz de lo que uno mismo podría ser jamás". (Enamorándome de Marco)

8) Algo que quiero hacer:

Vivir.

9) De mayor quiero ser...

Feliz.

10) Mi mayor defecto...

Es intentar que los demás bailen a mi ritmo. ¡Y no veas si me he arrepentido de eso!

Otorgo este galardón a:

El Hombre del Faro
Manzanita
Claudette
Clara
Mario (o Ikun)
Fragmentos escritos

Creo que no me dejo a nadie. Perdonad por esta macro-entrada, ¡no volverá a pasar!

Entrada color pastel.

Yo.

Me he escrito y descrito tanto, que ahora me resulta difícil verme sin leer. Letras y voz, vacío terrible y una inspiración que gotea. Cada día o cada dos, una entrada. Y luego, nada más. Nada.

Mi estilo propio sangra de un costado. Por la herida caen rojos, pesados, los recuerdos de un amor. Y luego los de otro. Y los de otro más. Mi estilo propio se siente débil, forzado.

Hoy estoy soft. Blando, blandito. Como una ardilla, diría Sergio. Puede que sea el cansancio. Lo que ya no diré es de qué estoy cansado; tampoco tenemos que ponernos melodramáticos. El hecho importante es que hoy estoy blando.

Ojalá... Tantas cosas.

Suena "Broken-hearted girl", de Beyoncé. Me he descargado esta mañana su CD "I am.. Sasha Fierce", y minutos después ha caído uno de "Best of". La adoro, de ahora en adelante.

Corto la transmisión, por hoy.

I know that I love you, but let me just say: I don't wanna love you in no kind of way. I don't want a broken heart.
 
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